ES TIEMPO DE SER PROTAGONISTAS
Muchas veces nos preguntamos del por qué somos como somos, de la razón de algunos graves defectos que portamos como argentinos y americanos. De la razón de las demagogias o quizás del hecho de la corrupción. ¿Que hicimos tan mal para merecer los gobiernos que nos tocan? o mejor dicho que creemos elegir.
La historia, la verdadera historia, no la fábula patria que enseñan en las escuelas, nos podría ayudar para entender un poco. Nos podría dar las herramientas para encontrar la punta del ovillo. El instrumento necesario para liberar nuestro cerebro y pensarnos desde adentro y no desde Europa o Estados Unidos.
Basta consultar cualquier texto de la "historia oficial", esa que tiene más de oficial que de historia, desarrollada y creada en Buenos Aires, para intuir que la llamada Independencia estuvo matizada de intereses, componendas, conflictos y pugnas por el poder que se disputaban con intrigas y violencia los "próceres" criollos de la nueva oligarquía. Ya la primera junta de mayo era un hervidero irreconciliable donde los "padres fundadores" se enlodaban en discrepancias y conflictos por ansias de poder, por la repartija de la "torta burocrática". Tanto a los "defendidos" por la historia oficial como a los "condenados" por la misma, solo los animaba una motivación: el poder; el destino del pueblo que participó en las revueltas, en las batallas, en las guerras y en la lucha no importaba mucho para ellos. Sólo las honrosas excepciones de los grandes hombres como San Martín, Güemes y Belgrano salvaron el honor y dieron pie a la leyenda. Lo que pocos dicen es que San Martín tuvo que irse por falta de apoyo, que Belgrano murió en la miseria y el olvido y a Güemes directamente lo asesinaron, ni hablar de José Gervasio de Artigas, Francisco Solano López, Felipe Varela o el Chacho Peñalosa, que sucumbieron ante la avalancha de la Civilización.
Luego vino la reacción de las provincias del interior ante el centralismo agobiante y resurgió la historia de los caudillos, algunos caudillos serían "buenitos", siempre y cuando sean servidores sumisos de la oligarquía anglo-porteña, y para los defensores de los intereses populares serían calificados de "bestias", "agitadores" y "tiranos".
En el escenario de la "libertad", el pueblo no hizo otra cosa que desempeñar el papel de mudo espectador de la comedia de los notables. triste papel de rebaño manso y sumiso, manejado por unos pastores audaces e inescrupulosos que son los políticos de ayer, de hoy y de siempre, de uno y otro lado de la grieta, que hacen de los ideales meras palabras banas.
Los pueblos latinoamericanos tienen casi la misma novela, se atienen más a las apariencias que a la realidad histórica.
En otro orden de cosas y abordando otra cuestión engorrosa, después que el "Poder" del Virrey pasó a la poderosa oligarquía criolla de grandes hacendados, comerciantes, contrabandistas, esclavistas y abogados, que constituyó la nueva clase, la cual y como luego trataron de ocultar, derogó aquellas instituciones de la legislación española que otorgaban alguna protección a los indios e implementó, a la norteamericana, el genocidio eficaz y sistemático de la barbarie emplumada. Pero de eso no se habla, porque son puras patrañas, y además no ha quedado nadie para contar el cuento. Y más luego que despoblaron el suelo ancestral se esmeraron en traer gente blanquita, rubilinda y de ojitos de color cielo, más le salió mal el tiro y a estos pícaros lanzadores de manteca al techo. La cuestión es que los nobles y decadentes europeos le encajaron su exclusión social, esa que no entraba en el sistema de la revolución industrial. Y con esta chusma marítima se les vino el anarquismo, el socialismo y el sindicalismo, lo que dio por resultado sincrético y muy criollo el radicalismo y el peronismo, que como es de saber, costó bastante infiltrarlos y quebrarlos, o quizás cayeron por sus propio peso, quien sabe, la cosa era ajustarlos nuevamente al devenir perverso de "mandantes y mandados"...
El desconocimiento de nuestra verdadera historia es un mal crónico que debe ser superado. Los programas de estudio de cada nación enseñan a nuestros estudiantes mucho más sobre la cultura e historia de Europa que la nuestra.
Cuando se habla de historia nacional se destacan las guerras o los conflictos con los países vecinos, tratando de reafirmar un falso espíritu patriótico engendrando el miedo y el odio al hermano del país colindante. Si comparamos los libros de historia de los países americanos nos damos cuenta de una clara intención de perpetrar el recelo y la división. Cualquiera que sea la explicación que demos a este fenómeno perjudicial nos conducirá a una única y clara noción del por qué américa se mantiene en un estado de desintegración constante cuando lo contrario sería su beneficio absoluto.
Por otra parte los libros de textos de historia de nuestra américa están orientados hacia la historia política y militar, desdeñando la historia cultural y decimos cultural pretendiendo abarcar desde lo económico hasta lo social.
Esta aspiración se va imponiendo cada vez más ante la implacable desintegración de la vida social americana. El aumento de la brecha de las desigualdades, la violencia constante estatal para reprimir los reclamos, la justicia hecha para castigar a los pobres y encubrir a los poderosos, la educación o mejor dicho la instrucción de unos en desmedro de todos, se expone como una herida putrefacta que da por tierra toda la estructura producida y naturalmente esquematizada por el liberalismo del siglo XIX.
Los ideales conformados por la generación del 80 de Sarmiento y Mitre, reafirmados por el “progreso” del liberalismo neocolonial británico y mantenido a palazos por el patrioterismo milico-conservador se cayó hace décadas a pedazos y ese ilusionismo de cultura europeizada que trató de nacionalizar los países americanas con cierta autoctonía gaucha fracasó estrepitosamente, no sólo por sus propias contradicciones, sino por la mentira y la farsa que mantenía para ocultar la terrible desigualdad social y la injusticia plena.
Quizás ciertas fuerzas populares revolucionarias como el Peronismo contrapusieron propuestas, alternativas o cambios, que en la realidad fracasaron por la falsedad de sus orígenes o quizás por la mera contradicción de su esencia ya que en definitiva no es más que la reacción de la derecha socialista ante el avance del comunismo.
Todas estas fuerzas que se yuxtapusieron temporalmente para mantener el poder de una clase dominante, gerente de los imperios de turno, parásita y corrupta que mantuvieron un estatus quo americano de ilusionismo ridículo y denigrante; hoy es necesario, por la verdad más simple y por eso menos cruel, condenar y contraponer, liberando la verdadera cultura que necesita rebrotar desde el más profundo subsuelo autóctono.
Triste es comprender que la esclavitud y la opresión nunca se terminaron sino que fueron tomando diversas formas y características.
Cabe entonces remover la corteza mentirosa de la historia oficial y crear con perspectiva de continente una historia basada en sus propias leyes de relaciones entre los pueblos qua la sufrieron.
Ante el conocimiento del clamor de los estratos mestizos e indígenas por decir su verdad, que aflora actualmente en forma negativa, dado por lo irracional de su represión, discriminación racial y clasista. Es muy necesaria la remoción de escombros de nuestra esencia mutilada, y en forma integral, orientar esa pujanza a un parto que de por resultado un camino a seguir, una nueva esperanza. Un futuro mejor para las generaciones americanas venideras.
En este caso las disciplinas que estudian la cultura, tendrían dentro de las ciencias auxiliares de la historia un papel predominante ya que reconocen en las expresiones culturales un esquema dinámico y no un mero reflejo pasivo del contexto social. Debido a este enfoque integrador el Patrimonio Cultural Inmaterial, Intangible y Folklórico tiene al mismo tiempo un carácter globalizador que permite examinar a los países americanos como una totalidad, detectar sus diferencias y caracterizar esa universalidad en comparación con otras áreas históricas.
Con este enfoque integrador el Folklore y en colaboración con otras disciplinas, implicaría un acercamiento al ideal fijado forjando una conciencia intelectual necesaria para estos tiempos.
Sí, somos vástagos de un parto doloroso, que no merece la más mínima celebración eurocéntrica. Es tiempo ya de aceptar que, si pretendemos ser propietarios de la historia y no inquilinos de la misma, nuestra identidad está dada por la interrelación de culturas que sucesivamente arribaron al Nuevo Mundo, desde los primitivos cazadores recolectores de la Era Glacial hasta los inmigrantes y refugiados del presente siglo. Cualquier negación de alguna en nombre de determinada postura ideológica, no sería otra cosa que mutilar parte de nuestra existencia.
José de Guardia de Ponté