Panel Debate “El Malestar en la Cultura – Utopías de una Sociedad Perversa”

Pro-Cultura Salta 14 de abril . 19,00 hs.

Con la intención de analizar la "Pobreza". Los participantes fueron: Leonardo Strejilevich, Alfredo Eidelsztein y Armando Pérez de Nucci con la coordinación de José de Guardia de Ponté 

La relación entre corrupción y pobreza es compleja en América Latina aunque nadie duda que existe una íntima relación.
Si de por sí, el concepto de corrupción es difícil, más aún el de relacionarlo con otros de mayor envergadura. Aún así y partiendo de la base de que la corrupción pública es fundamentalmente “… el abuso de un cargo o posición de poder y de los recursos públicos para la obtención de beneficios personales en desmedro de la sociedad en su conjunto”. Y a nuestro entender, hubo un “increscendo” de dicha corrupción con el fortalecimiento de las relaciones mercantiles y/o capitalista en los países latinoamericanos. Podemos por consiguiente determinar que la pobreza fue subiendo de niveles cuanto más subía esta corrupción.
No es casual que los países más corruptos son también los más pobres del orbe. Pero, ¿cómo se interrelacionan estas dos variables?
Buena parte de los estudios especializados en la materia concluyen que la corrupción no produce pobreza en forma directa, pero sí contribuye a agravarla en forma indirecta.
Así, la corrupción limita las posibilidades de un crecimiento económico serio, ya que los funcionarios corruptos en el afán de conseguir sus ganancias dan prioridades a políticas especiales como la obra pública donde es factible la manipulación de los presupuestos o cualquier otro gasto público sin importar que beneficios trae a la comunidad. Esto, obviamente, impide el desarrollo de una infraestructura adecuada, deteriora la calidad de los servicios públicos, perjudica la actividad tributaria y limita las posibilidades de generar empleos permanentes y bien remunerados. En otras palabras, la corrupción impide el crecimiento económico, produce recesión, lo cual, a su vez, genera pobreza.
En igual medida se limita la efectividad del gasto social y la formación de capital humano, ya que merma la cantidad de recursos que efectivamente se destinan a programas de salud, educación, deporte,cultura y esparcimiento, y reduce la eficacia de esas erogaciones. Esto desmejora la calidad de vida de la población, y limita las posibilidades de superación social y económica de los más desposeídos.
Es penoso sentir por algunos medios que la corrupción de alguna manera es “un mal necesario” que agiliza cuestiones de modernización ante leyes castrantes e inmovilizadoras, herencia de un pasado retrógrado. En definitiva los “medios” siguen secuestrando y extorsionando a los “fines”.
“Roban pero hacen…” me decía un puntano orgulloso de su San Luis, como justificando y legitimando una práctica inmoral pero eficiente. El problema es que la experiencia nos ha demostrado que la corrupción a la larga muestra sus frutos de miseria y postergación, puesto que en la mayoría de los casos provoca profundas brechas de desigualdad social y elenriquecimiento de los sectores más privilegiados va en contraposición de los sectores más vulnerables.
Flexibilidad laboral, despidos indiscriminados, trabajo en negro, corrupción de los gremios, doble compatibilidad, bajos salarios, desempleo, discriminación laboral, trabajo infantil, son las prácticas corrientes que se utilizan en contra del sistema productivo, reforzando con contribuciones estatales y seguros sociales míseros por desempleo en todas sus formas, que no hacen más que reforzar la pobreza y la ignorancia. Pero estas no son las únicas causas como pretenden definir las corrientes neo-liberales, ya que vemos corrupción y pobreza tanto en países subdesarrollados como en países poderosos donde las empresas se convierten en máquinas depredadoras y los estados son cómplices de los caprichos del mercado, acarreando por resultado crisis económicas que por supuesto pagan los pobres del mundo y el pobre mundo con ellos.
Cuando entramos en los terrenos de las crisis, las inversiones a largo plazo, los planes estratégicos y las políticas de acciones específicas se convierten en especulaciones perversas, inflación, bicicletas económicas, retención de ahorros, fuga de capitales, vaciamiento de empresas y toda una gama de recetas ya conocidas y experimentadas por el FMI, el BID o el Banco Mundial.
Y esta forma de corrupción, la que impide el crecimiento y acentúa la pobreza es una de las formas más comunes que podemos observar en nuestros días.
En este sentido no estamos hablando de la corrupción individual, estamos refiriéndonos a la Macro-Corrupción, a la corrupción como sistema económico. Pero he aquí que cuando se vive sumergido en este estado o sistema corrupto, sus artífices y defensores hacen incapié en que la mayor responsabilidad la tiene el individuo que compone esta sociedad, y los ejemplos sobran: los culpables somos todos, no pagando los impuestos, evadiendo las multas de transito, violando las leyes de convivencia, robando señal de tv o llevándonos los jabones de los hoteles. Nos dicen descaradamente que el peor corrupto es el que está frente al espejo.
El mundo se ha dividido entre corruptores y corruptos y el cambalache es la casa de todos.
Es cierto que existe una responsabilidad individual pero de ninguna manera es la causa que nos impide hoy cambiar la situación. Con mensajes subliminales y mesiánicos nos invitan a cambiar de actitud para así salvar al país y al mundo entero. Y como la culpa siempre la tiene otro, pues que viva la Pepa y sigamos así que no hay mal que dure mil años…
Y las empresas consultoras al servicio del sistema se ponen a preguntar por las calles cosas como: “si le sacan una multa de tránsito Ud. la paga?” o “le dan mal el vuelto en el banco – Ud. denuncia el error?. Los resultados son previsibles, lo que no anotan claro está son algunos comentarios que realizan los encuestados como “no pago la multa porque esa plata va a parar a los bolsillos del intendente que es un ladrón, un corrupto y fundamentalmente un h.. de p…”
Preocupa, entonces, ver la corrupción que impera en nuestro país, y la poca conciencia que existe entre nuestros compatriotas acerca de la relevancia y gravedad de ese flagelo. Pero lo que más preocupa es la ceguera que existe de con respecto a la pobreza. No es posible que sigamos siendo indiferentes ante esta realidad que a su vez genera, como la caja de pandora, una variedad de males como la inseguridad, las adiciones, las enfermedades, la desnutrición y mortalidad infantil, la ignorancia, la falta de futuro etc.
Creo firmemente que el cambio se puede producir cuando cambiemos la visión de una democracia delegativa a una participativa. Sería posible si los actores asociados participarían como fuerzas generadoras de opinión pública.
Hoy necesitamos un nuevo pacto y/o contrato social y eso, sería sólo posible, si las organizaciones no gubernamentales – Universidades – Estudiantes – Obreros – ONGs Sociales – Asociaciones Profesionales – Fundaciones etc., actuaran en un frente único en pos de ese bien común.
Las fuerzas de la sociedad organizada tienen la responsabilidad y el deber de imponer un nuevo contrato.

José de Guardia de Ponté

 

 
a

 

www.coffar.org.ar

No se puede querer lo que no se conoce y no se pueede defender lo que no se quiere